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Claromecosas | La Costanera

Esta sección busca mostrarte un paseo, en donde podrás conocer historia, naturaleza y características que hacen de Claromecó un lugar inolvidable.


Por Valentino Vitolla


La Avenida Costanera es un camino que acompaña a la playa, y es la presentación de muchos íconos de nuestra localidad, los cuales la hacen mucho más interesante, por lo que los turistas no pueden perderse la oportunidad de recorrerla, obtener fotografías y entender gran parte de la historia de Claromecó.


Esta nota se encargará de comentar sobre la fracción urbana de la costanera, que son algo más de 3 Km. Comenzando desde el oeste, en el paisaje predomina la silueta del Faro. Esta “Claromecosa” ya tratada individualmente en otra entrega, es un protagonista imposible de pasar por alto y obligando a todos los que pasean por esta zona a visitarlo. Actualmente, no está permitido subirlo, aunque se puede ingresar hasta el mini museo de su base y sacar algunas fotos para el recuerdo.



Hacia la zona céntrica, nos empezaremos a encontrar con los balnearios, paradores con servicios de carpas, quienes ofrecen diferentes actividades como deportes, espectáculos; y durante la noche, cenas shows y bailes. En los últimos tiempos han estado trabajando para mejorar su infraestructura y poder brindar una mejor atención, estando a la altura de la calidad de nuestras playas. No hay mejor momento que el atardecer acompañado de rabas y una cerveza artesenal en los miradores con vista al mar que todos estos poseen.


El centro de la costanera es la parte más embellecida en el último tiempo, y con una gran cantidad de atracciones por descubrir. En primer lugar, podremos identificar El Reloj. La torre creada en 1942, era el lugar de reunión de los turistas, quienes desde su base observaban la actividad pesquera y la puesta del sol. Este antiguo reloj fue derribado en la década de los 60’ a causa de la ampliación de la antigua costanera, siendo reconstruido en el año 2000, recreando sus formas y medidas. Se destaca su veleta la cual roba la mirada de los pescadores, ya que es la forma más práctica de conocer la dirección del viento. En una época la veleta era una corvina, aunque se repuso su forma original de la lechuza.


En frente de este reloj, nos encontraremos con los 9 chalets históricos, los cuales fueron de las primeras casas en el momento de la creación del pueblo. En 1919 comenzó la obra, idea de Valentín Bustillo, siendo finalizada en 1921. Algunos siguen con la misma fachada desde su construcción, mientras que otros fueron renovados, cambiando sus colores, sus techos, su frente, etc. Pero este sitio conserva su atractivo, debido a que la cuadra es una marca registrada del paso del tiempo y el nacimiento de Claromecó.


Continuando hacia el lado del arroyo nos encontramos con una obra de arte con la forma de un pescado, la cual además de embellecer, cumple una función ecológica, siendo construida con hierro, y brindando la posibilidad de que la gente introduzca dentro de ella botellas plásticas.



A esta altura llegamos al sector de la playa donde se encuentra la bajada accesible, implementación pensada para que aquellas personas con alguna dificultad de movilidad puedan bajar a la playa. También aquí se encuentra la silla anfibia, que ha merecido elogios y reconocimientos por su gran aporte a la inclusión.


A lo largo de todo el recorrido la arquitectura es un atractivo especial. Los turistas se sorprenden la inexistencia de rejas en las casas y los grandes ventanales que permiten una excelente vista al mar. Muchas de estas construcciones se caracterizan por ser punto de referencia a la hora de ubicarse, como lo pueden ser la casa verde o el odiado esqueleto.

A los recién llegados a la localidad, siempre les cuesta encontrar la secretaría de turismo. La misma no se encuentra en el ingreso de la localidad, sino en una plazoleta frente a la playa, en cercanía a los baños públicos de la zona céntrica.


Llegando al fin del recorrido pasaremos por la rotonda de la Avenida 26 donde se encuentra una élice en homenaje a los trabajadores del mar, y llegaremos a la desembocadura del Arroyo. Aquí podremos disfrutar de otra de “las claromecosas”, lugar con un gran encanto natural, invitando al lector a buscar la nota que ya se le ha dedicado.


En este lugar, si tenemos la suerte de coincidir, tendremos el placer de presenciar el momento de la entrada o salida al mar de los barquitos pesqueros, algo realmente imperdible para disfrutar con los más chicos.



Del otro lado del arroyo se encuentra la costanera de Dunamar con el último balneario y el sector que permite contemplar desde la altura del médano, la gran amplitud de las playas hacia Reta.


Sin dudas la costanera es el lugar con la mayor cantidad de atracciones y lugares por conocer e investigar, y en lo personal, es el primer lugar en visitar ni bien llego a mi querido Claromecó.


Lo ideal de este recorrido, es disfrutar la esencia de la localidad, y lo mejor es hacerlo caminando por la senda marítima, reciente logro, que nos permite tener un contacto cercano con la actividad de los bañistas, los paisajes, llenar nuestros pulmones de aire de mar, y lo más importante, gozar de las bondades de Claromecó .



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